viernes, 28 de mayo de 2021

La jaula y la pluma

 La densa oscuridad envuelve la jaula

donde la bestia, encadenada por el miedo,

con un rubí quebrado y una mirada inestable, 

ahonda en su solitario y sangriento retiro.


Barrotes del más oscuro metal forman la celda,

tres siluetas forjan la llave de su libertad: el alma,

un rubí indemne y una anhelada pluma blanca.


Una figura atraviesa la densa niebla y alarga su brazo,

se acerca al animal aislado y este, sorprendido, le gruñe alertado,

sus miradas se cruzan y hablan sin emitir sonido alguno.


El alma empieza a resonar, el rubí vuelve a latir y de su voz

nace la pluma que abre las puertas y libera de las ataduras

que durante siete lunas han contenido al lobo blanco.


La densa oscuridad se desvanece a cada paso que avanza,

se vislumbra una senda inexplorada y llena de incertidumbre,

mas no eriza el pelaje ni lo mantiene vigilante,

el lobo sólo avanza junto a la silueta que ha roto su jaula.