viernes, 29 de abril de 2022

Llamas de pureza

La figura, sin su pelaje grisáceo,
observa la hoguera compartida con la loba,
temeroso de que sus brasas se marchiten
ve el reflexivo espejismo de las llamas.

Se encuentra frente a su rubí,
rodeado de muros en ruinas,
húmedo por el glaciar derretido
y exudando el fuego contenido
de de hoguera por las grietas
que la tez albina construyó.

Observa las esquirlas carmesíes del rubí
formando un camino, por este se escucha
el sonido de sus dulces y suaves pisadas,
recogiendo y atesorando cada fragmento,
allí la ve, poco a poco se acerca
a la fortaleza que en antaño le habría atacado.

Según se acerca la loba, la pureza de la hoguera
extiende las grietas por el cristal carmesí,
esculpiendo una bóveda de obsidiana sosegada
para acceder a la fulgurante pira y a sus latidos.

El grisáceo protector acoge a la loba
tras sus afiladas garras y sus colmillos desgastados,
la tejedora guía a la figura, le susurra donde
tiene que pisar para avivar la llama.

La silueta, aun temerosa y absorta
por la visión de la avivada hoguera,
vuelve en sí mismo, y ve a la loba 
frente a él, le sonríe y acaricia
con su suave y pálida tez, y los temores
de la sombra se desvanecen, se tornan paz.

lunes, 25 de abril de 2022

Grietas de combustión

El rubí somnoliento y ausente,
ante la presencia de su llameante melena, 
ardió por primera vez, su coraza de cristal carmesí
latía con fuerza y la sangre fluía por este,
dándole impulsos por los que arder,
dándole motivos para crecer y evolucionar.

La llamarada de la melena carmesí se apagó
y echó agua sobre el rubí candente,
mas al poco tiempo se desveló que la lluvia
era el diluvio que anegó y apagó las brasas del rubí.

Pasaron varias primaveras, en una apareció
la pluma blanca, la cual liberó al rubí
de los muros de hielo que lo rodeaba
e incendió al rubí. el núcleo tras la coraza
de cristal carmesí fue asediado,
y en consecuencia, se hizo la guerra.

La batalla trizó el cristal carmesí
en miles de fragmentos, los cuales,
calcinados por sus propias llamas,
formaron un glaciar a su alrededor.

En el presente, el rubí se ha formado de nuevo,
aun con el glaciar en torno a él sigue sanando
las dudas y oscuridad que le hicieron romperse,
mas apareció una loba, según se acerca a la gema,
esta abre nuevas grietas por el calor que desprende
el núcleo de su interior, la ventisca deja de actuar.

De las flamantes fisuras rezuma la humareda
de la paciente combustión de las llamas,
las llamas que en esta ocasión ansían
mostrar la pureza y el color de su fogata. 

Cúpula dorada

Se reúnen los querubines con ego de serafines
en la cúpula de sus privilegios, brillante como el oro
y con pilares de diamantes evitan que la bóveda putrefacta
caiga sobre sus fútiles halos angelicales.

Observan a través de los cristales que rodean la cúpula,
miran con desdén a aquellos que no usan sus alas,
a aquellos que con sus andares les acompaña
el chirrido de los grilletes que ellos mismos han forjado.

Tejen su telaraña y enredan sus hilos en la mente
de los desterrados mediante las pantallas esotéricas
que muestran una falsa realidad,
adormecen a los que desean despertar.

Temen a los que están despiertos, los juzgan
y los desprecian, se frustran al ver que sus hilos
no funcionan en los pensamientos, los vigilan
y los enjaulan si intentan quebrar su cúpula.

sábado, 23 de abril de 2022

Loba albina

En su travesía hacia la costa
el cazador esquiva las trepadoras lascivas
que intentan atraparle, mas la ponzoña
de sus espinas le atraviesan la sangre
y este tropieza junto con su moral traicionada. 
La silueta de pelaje grisáceo se levanta y sigue.


Arrancándose las espinas y su veneno,
dejando atrás las cadenas rotas que
una vez le anclaron y ataron, la ve,
frente al calmado oleaje del mar.


Bello pelaje blanco recubre su esbelta figura,
de su tez sobresalen los cristales incrustados
de color plateado blanquecino, aquellos que empujan
a la loba a seguir luchando y a alejar
las dagas que la hirieron. Sus miradas se encuentran
y revelan las cicatrices de su alma, la fuerza de su esencia.


Esta huye a su morada, desafiando al cazador
a ir en su búsqueda y conocer en profundidad
la realidad de su esencia, escondida tras los temores
y cubierta por la niebla de la incertidumbre.


El cazador se acerca a la entrada,
donde hay cráneos colgados de aquellos
que no se atrevieron a entrar, tras el umbral
la densa niebla ciega todos los sentidos,
se escuchan los susurros del tormentoso pasado
que eriza la piel del viajero.


Finalmente, tras cruzar la bóveda de púas pétreas,
el cazador se encuentra a la loba frente a una hoguera, 
de la cual sus brasas te arropan y llaman
a compartir el leño donde se posa la loba.


El viajero se quita el pelaje protector,
observa a la loba y asiente, abre su torso
y le muestra el caos de su interior,
siendo la loba digna de soportar y entender
la oscuridad que le ha atormentado y consumido, 
ahora, decide conversar con el fuego y su esencia.

miércoles, 6 de abril de 2022

Escisión en la meseta

De las profundidades del espeso bosque, emerge su silueta,
revestida con el grisáceo pelaje del cánido protector
y armada con las garras del etéreo cazador,
fija su mirada en la senda que le muestra la meseta.

En su periplo, encuentra la mística e arcaica rueda del sino
en mitad de dos caminos: el ascendente hacia la arboleda;
y el descendente hacia la costa. Postrada sobre la rueda,
la tejedora observa y analiza los pasos de la figura,
siendo, de las fluctuaciones de los hilos, juez y testigo.

Desde la meseta, observa la senda de la costa, donde perdura
el dulce cantar de la brisa que os susurra al oído,
las caricias del oleaje que alivian al rubí cohibido.
Sentada frente al basto océano, hay una loba albina
encandilada por el eclipse del ocaso en el horizonte.

Desde la meseta, observa la senda del la arboleda, donde susurran
las tentaciones, y las zarpas de las bestias carnales
nublan tus sentidos, te atrapan con sus colmillos amables,
se encuentran, esperando a la figura en lo alto de la colina,
y examinan a su presa con lujuria.

La silueta contempla las sendas, y la guerra se desata,
entre las garras de la bestia que ansía desgarrar a sus presas
y el rubí carmesí con anhelo del calor de los latidos de antaño.
La silueta contempla las sendas, y da un paso al frente,
se desvía hacia la senda ganadora del interno conflicto.

La tejedora asiente y con sus hilos, gira rueda de obsidiana,
un estruendo sorprende a la senda perdedora,
la sombra, con determinación, observa como a cada paso
esta se desvanece y da vitalidad al camino vencedor.