Estaba hundido en la miseria,
en un pantano abandonado
y entre la basura escondido,
infectado por el parásito
llamado soledad.
Vi una sonrisa que brillaba
a lo lejos de mi oscuridad,
vi unos ojos que me miraban
a mis empapados ojos,
sentí una mano que me cogía,
la tuya.
Salí a la luz de la noche
aquella que te ciega de alegría,
aquella que te alumbra el camino,
aquella que crea la sonrisa
a partir de otra media luna.
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