de la flor sentir su brío,
de la flor sentir su calor,
de la flor su excelso amor.
Teniendo ideal como sueño
y en las noches taciturnas,
una sombra nace de tumbas
pasadas, amenazando el cuello
de un alma de luz apagada.
La oscura silueta se esconde
tras una cárcel de huesos,
esperando a la luna, ¡Amanece!
gritan las oscuras garras,
con ganas de cazar, ¡Amanece!
Pues cae la noche, recorre
el miedo todo mi cuerpo,
pues la idea ya no es deseada,
por terror a heridas desgarradas
por la fúnebre sonrisa.
Mas el ideal cálido,
de primavera agradable brisa,
brisa de dulce mimo,
mimo que se tornó ácido
cual viejo e amargo vino.
Mente en lupanar atada,
lugar de lúgubre recuerdo
y deleites hórridos,
que el impío acuerdo
llena de dolor mórbido.
Pues la flor aterroriza
el alma candorosa,
¡Cuanto pavor, herida
de sombra, voz cautivadora!
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