viernes, 7 de diciembre de 2018

Museo del tiempo

Entramos en la mansión del tiempo,
rodeados de terciopelo carmesí
y pisando el tablero de ajedrez,
¿Qué estancia visitaremos?

Cruzamos una cortina llena de polvo,
me señala una cuna oxidada y rodeada
por una enredadera mustia, llega a mis oídos
el sonido mudo del sonajero que ya no canta,
antiguas paredes se tiñen de viscosa hiel
y por los cristales entra la memoria neblinosa.

Atravesamos unos barrotes trizados,
me acerca un candil para alumbrar el calabozo,
nos llega el crudo aroma de la dolorosa carne
apilada en un rincón, en mi pierna siento
la cadena y la esfera de hierro, me quedo anclado
y siento su instintiva mirada, él sale de la jaula.

Entro en la mansión del tiempo,
rodeado de terciopelo carmesí
y pisando el tablero de ajedrez,
¿Qué estancia visitaré?

Abro la inmaculada verja del jardín,
mas a cada paso que doy dentro de este
escucho como los robustos manzanos se rompen,
presencio como la fuente cristalina se torna ponzoña,
siento como el gentil invernadero se pudre,
mas aún vive un pétalo con anhelos de latir.

Me adentro en el bosque del birlibirloque,
donde escucho su dulce y etérea brisa,
embelesado por el ámbar de su mirada
y por la luna en la nocturna bonancible,
me guía cual ninfa al idílico claro
donde late el pétalo custodiado.

Entro en la mansión del tiempo,
rodeado de terciopelo carmesí
y pisando el tablero de ajedrez,
¿Qué lugar me harás visitar?

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