viernes, 4 de enero de 2019

Alma de mil infiernos

Forma etérea repudiada del cielo,
marcada como infame y pecadora,
juzgada cual ruin prófugo, ahora
yaces desterrada en tierra mundana.

Viajas por el asfalto infernal
víctima de las miradas demoníacas,
miradas de desdén y despreció,
lanzan fuego de sus afilados colmillos,
mas tú no ardes, no sangras,
emergen las ignífugas plumas del arcángel.

Pisas el hielo del mar invernal,
se resquebraja la delicada tez helada
y la ventisca azota tu esencia,
se congelan los lamentos cristalinos,
mas se alza un rubí fogoso y confiado,
tu pisada se torna ligera cual brisa primaveral.

Abres la oxidada verja del recuerdo,
las almas en pena despiertan de sus lápidas
y te atan su cadena, sus actos te atormentan,
los cuervos se posan sobre la cripta metálica
y cantan su melodía, se abren las puertas del sepulcro,
sientes su hedor y su déspota e instintiva presencia.

Tiemblan y crujen las hojas a su paso,
sus zarpas llenan el bosque de fúnebre niebla,
contamina cada gota del lago del alma
cubriéndolo del veneno de sus espinas,
mas no sucumbes, no te dejas envenenar,
te purificas con la brisa que te rodea.

Forma etérea despreciada del cielo,
residente de las tierras mundanas
con alas de arcángel y rubí ardiente,
con esencia de bestia y cadenas que os atan.

Forma etérea desdeñada del cielo,
valiente, firme, tenaz y terca,
no quiere someterse ante la balanza,
no quiere acatar a la tejedora.

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