Con ese pelo dorado,
con esos ojos claros,
con esa sonrisa brillante
y un vestido elegante
calmaste mi corazón desesperado.
Cesaron las lágrimas de mis ojos,
como si el sol saliera
y de alegría me llenara,
un rayo de esperanza
me ha alcanzado mientras lloraba.
Me han clavado una lanza,
en el pecho, y tu me has sanado
con tu sonrisa y tu mirada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario