martes, 11 de marzo de 2014

Tú, mi doncella

Con ese pelo dorado,
con esos ojos claros,
con esa sonrisa brillante
y un vestido elegante
calmaste mi corazón desesperado.

Cesaron las lágrimas de mis ojos,
como si el sol saliera
y de alegría me llenara,
un rayo de esperanza
me ha alcanzado mientras lloraba.

Me han clavado una lanza,
en el pecho, y tu me has sanado
con tu sonrisa y tu mirada.

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