Aún recuerdo el día
en el que el sol desaparecía
y empezaba el anochecer.
Acariciando tú melena
teñida en fuego,
mirando de reojo
tus frutos verdes.
Tenía una rosa,
la mía sin espinas
y de dulce fragancia,
plantada a mi lado.
Aún recuerdo el día
en el que el sol aparecía
y empezaba el amanecer.
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