Una cortina de humo,
la que nos separaba veía,
sólo un engaño de perspectiva,
un obstáculo que hacía un muro
en el camino conjunto,
a cada uno nos separaba una vía.
Fue una falsa alegría
y ahora, lleno de angustia
y de la culpa más dolorida
causada por el apagón de su sonrisa,
habrá algún electricista
que te llene de luces y te quite la sangría.
En el denso humo
parte de mi rubí perdí
y de mis ojos salió lluvia,
mas sólo sentí
la soledad más vacía
y la confusión más mareada.
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