jueves, 18 de diciembre de 2014

La roca y el río.

Una roca tan dura
como su nombre
decía, y cobertura
de pulido bronce
era su armadura.

Un soleado día,
la piedra tropezó
y en el río cayó,
podía salir,
pero no quería,
pues empezó a sentir
una pequeña fisura
en piel áspera y dura.

El río con su dulzura
agrietó la coraza
la cual recubría
miel petrificada,
y allí se quedó.


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