martes, 7 de febrero de 2023

Caos primigenio

La silueta sombría se difumina,
sonríe y en un parpadeo se disipa,
se escuchan los engranajes del cielo
y el sol negro dirige su atención al nómada,
el lúgubre haz de luz le muestra el fragmento
del alma oculta tras la telaraña.

Se cuerpo se retuerce tras cada latigazo
que recibe de la bóveda celeste y de su gobernante,
el ácido rocío del fúnebre clamor quiebra su piel
destapando grietas violáceas,
desgarrando antiguas cicatrices,
alterando sus pensamientos, exhibiendo su fragilidad.

De un resquicio emergen etéreas cadenas
con ligaduras deshilachadas en el exterior,
con pesados grilletes en su interior,
ligaduras forjadas y liberadas por el rubí,
grilletes reforzados por la indecisión de la cadena,
con el sino de desaparecer o de completarse.

Observa el nómada hacia lo alto de las rocas
que se reúnen en el horizonte y modelan la cima,
allí dónde destaca un brillo violáceo oculto
por el velo oscuro de la tormenta, ahora el caminante 
dirige sus pasos por el camino donde el fango 
hunde sus pies y reaviva sus heridas tras cada pisada.

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