domingo, 29 de enero de 2023

La telaraña del caos

Se sumerge el eclipse en la galería
donde las historias se escriben con la tinta
que elaboran las pisadas del nómada,
dónde las las memorias quedan grabadas,
y a su vez, quedan atrapadas en el olvido.

Se escucha el sonido de una sutil arpa
de tenue melodía, ella tensa las cuerdas
que confeccionó para enmascararla
y que fuera imperceptible e inaudible
hasta el momento de su apertura.

Éste se guía por los laberínticos pasillos
descubriendo exposiciones retiradas, sobre ellas
se perciben restos de los mantos de seda
que las resguardaban del poeta que con su pluma
quería encerrarla en la negación, en la amnesia.

El eclipse contempla un arco de piedra
con una telaraña desmantelada, deshilachada,
en su interior, una bóveda vacía,
la tejedora muestra sus colmillos, 
su figura y su voz, expectante del nómada.

Le señala la puerta en mitad de la sala
puertas oscuras metalizadas rodeadas
de un abocinado mármol grisáceo,
el eclipse se acerca, y por un instante,
se refleja una difuminada sombra.

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