jueves, 12 de octubre de 2023

El templo del tiempo

Aparece una figura vestida de terciopelo
con el peso del dorado metal en su cabello,
éste abre los ojos y sus pupilas rememoran
el tablero de ajedrez que pisa, descubren
el brillo de los muros y columnas, divisan
la extensa costura de filamentos púrpuras.

Se escucha el sutil eco de la madera fracturarse
y una suave brisa invade la sala, la silueta avanza
y se atraviesa el frágil arco llegando a una estancia
donde el tenue fulgor de las antorchas muestra
opacos cristales quebrados en el suelo y revela
desgastadas e imperceptibles telarañas en el techo.

La corona sigue sus pasos sintiendo esquirlas punzantes
atravesando su piel, sin causarle heridas ni rasguños,
mas cuando atraviesan su alma, una imagen invisible
navega por los elevados filamentos aún vinculados.

Se escucha el chirrido de una reja y el emblema continúa,
transitando bajo el metálico y sólido arco que presenta
un largo y longevo pasillo siendo inapreciable su final,
se exponen gemas preciosas de diferentes colores y formas
colgadas y atadas a las paredes por filamentos etéreos
y por los pequeños arácnidos que los tejen y custodian.

Algunas redes, e incluso las evocaciones visuales
que en las gemas viven en el tiempo atrapadas, 
resuenan entre sí, transmutando la esencia y el alma
del onírico e intangible visitante.

La figura cesa sus pasos, se detiene
allí donde ya no hay ni hebras ni retratos,
la silueta se sienta en flor de loto y apaga su mirada,
el nómada enciende el brillo en su iris
se alza tras contemplar la exposición
y emprende de nuevo la senda.

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