domingo, 18 de febrero de 2024

El corredor espejado

Delante de su cicatrizada figura,
y rodeada por una densa neblina,
emerge del suelo un estrado de mármol blanco
y a su lado, la tejedora aguarda paciente
a que el nómada tome asiento en éste.

Una vez está el viajero sedente
las hebras inician su camino
hacia las profundidades de la oscura nube
que oculta el vitral de la tejedora
siendo aún imperceptible al ojo del nómada.

El trayecto acaba en una gran bóveda de piedra
donde hay un portón abierto que muestra un pasaje,
un extenso pasaje, allí donde reina la incertidumbre
del "¿Adónde lleva esta senda, habrá un final?".

En los pilares que resguardan el portón se observan
símbolos y grabados de los que han intentado cruzarlo,
en la parte derecha, la obsidiana muestra una manchada pluma,
en la parte superior se muestra una corona, el sol y la luna,
en la parte izquierda, el mármol muestra unas harapientas ropas.

El nómada atraviesa el arco, y una vez se encuentra en el corredor,
siente como las etéreas y sedosas hebras abren sus heridas
fragmentando y cristalizando su cuerpo, manteniendo unidas
cada pieza de cristal por imperceptibles filamentos cargados
de una fría y calmada electricidad estática.

El trayecto empieza en el corredor espejado,
a su derecha observa en el interior de la niebla
la figura de la bestia que ha perseguido la libertad
y la aceptación, aún teniendo las garras ensangrentadas.

El trayecto empieza en el corredor espejado,
alzando la mirada observa como el eclipse
observa y transmuta la oscura tinta 
y la niebla carmesí que manchó e hirió al poeta.

El trayecto empieza en el corredor espejado,
a su izquierda el blanquecino mármol recibe
aquellas experiencias vividas por el emperador
y refleja la nítida y clara imagen del nómada.

El trayecto empieza en el corredor espejado,
dónde se vive el pasado, el presente y el futuro,
dónde realmente se conoce quién camina y quién huye,
dónde realmente inicia la travesía del alma.

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