miércoles, 2 de noviembre de 2022

El umbral del limbo

Donde yace el árbol arrancado
por la fuerza del tiempo
y la benevolencia de la naturaleza,
se encuentra el umbral del velo que separa 
el sucesivo amanecer de la noche eterna.

El nómada atraviesa la barrera
en busca de los restos pétreos del pilar,
han pasado doce lunas, doce Octubres,
se encuentran el caminante y el emperador
observando su nombre y su tiempo mundano
donde moran las brasas de la etérea llama.

El poeta, 
aquel que se obcecó en su ceguera
y negó ver el muro de mineral negro
que el mismo reforzó.

El monarca,
aquel que trizó el mineral oscuro
aquel que abrió las puertas del templo
donde la tinta del poeta nunca sonaría.

El emperador,
aquel que reflexionó y fue capaz de recuperar
el trono que el poeta le negó con el letargo
y le acorraló con la oscuridad de la obsidiana.

El nómada y el emperador cierran los ojos
agradeciendo la caída de la muralla
agradeciendo la claridad del nuevo horizonte
sin sentir ni pesar ni orgullo de la actitud,
palabras y actos del poeta, se miran y preguntan:
"¿Podría haber sido distinto, cierto?"

Donde yace el árbol arrancado
por la fuerza del tiempo
y la benevolencia de la naturaleza,
la corona y el errante pisan el asfalto,
la pluma se marchita y su vela se consume.

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