En una caja roja
había una vela cálida
que el viento apagó,
la caja su tono perdió.
La llama se tornó oscura
y la caja cogió la tonalidad
de desesperación y tristeza.
Víctima de las lágrimas,
la llama se apagó, no había tono
para una caja sin color.
Un día, unos ojos observaron
el candil, apagado y desgastado,
cogió una cerilla y la llama renació.
En una caja roja
la vela caída ardió,
volvieron las sonrisas.
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