jueves, 2 de junio de 2022

Horizonte etéreo

¿Por qué será que nuestros ojos
no nos permiten escuchar ni sentir

lo que nos ofrece las tierras e hijos

de Gaia?


¿Por qué no somos capaces de atender

a las historias que los robles nos cuentan

al mecer sus hojas o mostrar sus raíces?

¿Será que no escuchamos sus latidos?


¿Por qué no nos quedamos embelesados

por la danza de la hierba del prado 

acompañada por el rocío y por el viento?

¿Será que no logramos percibir su melodía?


¿Por qué no ojeamos a cada instante

el atavío celeste de la luna y sus delicados

y estrellados ornamentos?

¿Será que el centelleo de su mirada nos ciega?


¿Por qué no prestamos atención a los cantos

de los ríos y mares, cuya voz nos quieren

hacer llegar a nuestros oídos obstruidos?

¿Será que los estruendos industriales nos han ensordecido?


Tal vez nuestros sentidos están limitados

tal vez Gaia nos niega su gracia

tal vez no tenemos tiempo para apreciarlas

tal vez no queremos ni escuchar ni ver.


Una vez nuestros sentidos se abren

y Gaia nos considera dignos de escuchar

sus suaves y tenues palabras, se fortalece

nuestro entendimiento del horizonte.

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