jueves, 2 de junio de 2022

Reliquia arcana

El monarca observa el trono
y éste le devuelve la mirada

viendo a través de sus retinas

la batalla que se disputa en él.


El soberano se posa frente a la reliquia arcana

de cuyas brechas salen las sombras del poeta

éstas afilan sus garras y espadas y le apuntan,

mas el rey alza su mangual y se defiende,

dialogan a través de los estruendos

metálicos que resuenan por la estancia.


Entre golpe y golpe, el que ostenta el asiento real

se percata de que en aquellas figuras sombrías

hay briznas de claridad ocultas y consumidas

por las propias tinieblas que rezuman de éstas,

una vez caen y el combate cesa, la reliquia absorbe

las hebras de luz y se agrieta, dejando ver su esencia arcana.


A medida que las siluetas lóbregas perecen

nuevas hordas aparecen, pero éstas se tornan

fragmentos dorados que caen en ese suelo etéreo

donde levita la reliquia, siendo piezas que unidas

forjan la corona que portará el monarca una vez 

sea digno de acomodarse donde se halla su nombre grabado.


Pues es así como el gobernante comprende

que aquellas sombras en antaño eran la luz

que olvidó que tenía durante su letargo,

que aquella claridad y aquel fulgor lejanos

fueron consumidos por el devastador abismo

que quiebra y arrasa con todo a su paso.

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