y que en ocasiones ignoramos, de color variopinto
es nuestra alma y nuestra esencia.
Fragmentos de cuarzo blanco,
aquellos que mostramos y entregamos
a otras almas, donde el intercambio es mutuo,
aquellos que protegen nuestra esencia
en la vanguardia.
Fragmentos de obsidiana,
aquellos que rezuman ponzoña y corrupción
que ocultamos y nos dañan con su existencia,
aquellos que mostramos a las almas más cercanas,
ya que podrían romper y corromper los demás cristales.
Fragmentos carmesíes,
aquellos que sentimos con cariño y con dolor,
aquellos que te arropan con la suave brisa que les rodea,
pero que también pueden dañarte con su afilado filo,
aquellos que otorgamos a los merecedores.
Fragmentos de amatista,
aquellos no tan comunes, pero que son innatos,
aquellos que nos abren la visión a un mundo etéreo
donde se lo corpóreo pierde significado,
donde lo terrenal y místico se entrelazan.
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