Del orbe oscuro cubierto
por el manto blanco de artificial pureza,
de sus entrañas salen las zarpas
que desgarran el velo, de las grietas
rezuma la grisácea esencia.
Las cadenas que rodean el orbe
tiemblan del horror al sentirse impotentes
ante tal potencia e inefable esencia,
atrapada tras la coraza del “¿Qué dirán
si realmente muestro mi alma?”.
Poco a poco, desde la grieta que las zarpas
han rasgado sobre el velo blanquecino,
ambas esencias se combinan, tornando
el velo de falsa realidad en verdadera existencia
y rezumando el humo contenido.
Con el tiempo, las cadenas se han quebrado,
con el tiempo, el orbe se ha vuelto grisáceo,
con el tiempo, las zarpas se han liberado,
con el tiempo, las flaquezas se han convertido en fortalezas,
con el tiempo, ha salido a relucir mi alma y su forma.
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